Leo en una página de internet que "el mundo del perro, cada vez más cercano al mundo humano, llega al mundo de la moda"....quė mal empezamos!!!! Añaden que los dueños están por fin vistiendo a sus mascotas marcando su propio estilo de tal manera que el animal se convierte en una extensión de su propia personalidad, que ya no solo se preocupan por elegir una raza que vaya con su estilo sino que la ropa comienza a tener mucha importancia. ¿Pero de quė estamos hablando? ¿De unos coleccionistas de Barbis?

Me comentaba un amigo relacionado con el mundo animal que cuando algunas personas le pedían consejo sobre la adquisición de un perro, en ocasiones solía decirles que les convendría más uno de peluche porque no hay que pasearlo, ni educarlo, ni quererlo... Es más, a veces incluso se atrevía a recomendarles uno de porcelana, que coge menos polvo que el peluche y basta pasarle una bayeta húmeda para tenerlo limpio.

Mi amigo es bastante sabio en lo que a mascotas se refiere y ahora tiene que tratar con toda esta gente que se empeña en convertirlas en un complemento más, situándolas a la altura de un bolso, un par se zapatos o unas gafas de sol. Y ya sabemos todos que los complementos pasan se moda a velocidad se vértigo y como las casas son cada vez más pequeñas y los armarios aún más, su destino más seguro será la basura para unos y una carretera cualquiera para otros.

Cuando voy por la calle y veo a una persona con su “perrito a juego” me viene a la cabeza la palabra maltrato. Primero porque es una indignidad para el animal y segundo porque me imagino que pronto se cansará del “muñeco" y después...¿qué será de él?

No quiero arremeter contra todas las prendas que son susceptibles de ser puestas a un animal, desde luego, aunque la piel y el pelo, largo o corto lo tienen por y para algo.

Me viene a la cabeza el aspecto señorial que tenía un galgo afgano blanco que había en mi barrio. Siempre perfecto, con su pelaje rozando el suelo, sedoso y limpio. Los días de lluvia lo embutían en una gabardina azul que invitaba a sonreír pero que le evitaba al animal una sesión extra de lavado y peinado e incluso de algún indeseable resfriado perruno !!!! Pero como veis, esto es hablar de otra cosa...

Nuestros animales de compañía son uno más de nuestra familia, a veces nuestra única familia y como tal los queremos. Naturalmente nos gusta verlos guapos, con su pelo arreglado, sus uñas en orden, un toque coqueto tal vez en el collar o en la correa... No se me ocurriría ni ñor lo más remoto vestir a mi hijo de trapecista con mallas para ir al circo o de marinero para dar una vuelta por el lago del retiro. Los disfraces, para Carnavales que para eso están.

Pero la cosa no para aquí. Recuerdo que hace unos años, dando una vuelta por el recién estrenado paseo marítimo de un pueblo del norte de España, un policía nos llamó la atención. ¡Estaba prohibido pasear con perros!!!!! Impresionante ¿Verdad? Diré que por suerte el ayuntamiento hace tiempo derogó semejante tontería. Pues bien, la única forma que tuvimos de evitar la multa fue bajando al niño de su carrito y subiendo a él al perro. Una estampa que entonces nos pareció patética y que ahora intentan hacernos pasar como ¡La última moda! Personalmente ya he visto en algún comercio del ramo unos carísimos carritos para pasear al perro. O para que el perro te pasee a ti, no se....se me hace todo un poco confuso. A lo mejor lo siguiente son los pañales perrunos o patines o....no se, la imaginación, a mi, no me alcanza.

Despilfarro, ridiculez, absurdo, confusión, horterada.....no tengo palabras e insisto, ¿no sería mejor comprarse una muñeca con todos sus vestiditos y hacer con ella todas las tonterías que nos diera la gana? Luego, en casa, lo metes todo en su armarito a juego y te olvidas de ella hasta el próximo pase de modelos. Hay un chiste en mi tierra que concluye, "o vamos a setas o vamos a Rolex" si alguien no lo sabe, se lo cuento en la siguiente columna.
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