La vida cotidiana puede ser monótona y aburrida....repetitiva....pero por suerte, existen los detalles, los pequeños detalles que lo cambian todo y que marcan la diferencia. Todo está a la vista pero nada se oculta mejor que lo evidente. Los ojos nos permiten ver pero hay que aprender a mirar.

Y cuando uno mira, la sorpresa está asegurada y de eso precisamente quiero hablar.
Hace unos días fui al veterinario, en concreto a la consulta de nuestros amigos de la Plataforma NALA, Blanco y Negro, que tan bien cuidan a mi gata Pamina y a todos los animales del barrio y allí estaba.....no era ni un gatito ni un perro...ni siquiera un loro o cualquier otra ave de jaula. Allí había un corderito blanco, todo patas y lanita, a la espera de una cura y su primer biberón. ¡Lo último que podría esperar encontrar en una consulta veterinaria en el centro de Madrid!

Y si, he dicho que allí estaba ÉL porque el cordero no es un animal cualquiera. El cordero es por excelencia el símbolo del amor y yo me lo estaba encontrando mientras iba pensando en otra cosa.

¿El amor? Si, el amor.... Tradicionalmente y en muchas culturas el cordero ha sido siempre el sacrificio perfecto y en la nuestra, en la judeocristiana, más aún pero como dije al principio hay que fijarse en los detalles y yo quiero fijarme en el detalle del cordero a hombros de un Jesús convertido en el Buen Pastor.

¿Os habéis preguntado alguna vez cómo serían nuestras iglesias si en lugar de estar presididas por un Cristo en la cruz lo hicieran con la imagen del Buen Pastor? Pensamos que eso de que "una imagen vale más que mil palabras" es un invento que tiene que ver con la fotografía pero no. Hace mucho que se sabe de ésto y la elección de la imagen del Cristo muerto en la cruz no es ni casual ni inocente. Pensad, pensad por qué podría ser.....
Yo me quedo con la imagen del pastor que busca al cordero que se ha perdido en el desierto pero que atento a la voz del amo, corre hasta él para volver al redil. Ese pastor que conoce el nombre de cada oveja y que las cuida y las mima una a una siendo capaz de dar incluso su vida por ellas.

Juan, el veterinario que veis en la foto era en ese momento el buen pastor y la imagen con el corderito que ya tiene nombre y que se llama Copo, despide amor por los cuatro costados.
Sentí una gran ternura y sobre todo gratitud por vivir cerca de gente que como Juan se esmera en hacer su trabajo con amor, con bondad, con dedicación y siempre con una sonrisa, en este caso, en favor de nuestros queridos amigos y compañeros, los animales.

Ah, y estad atentos....nunca se sabe lo que uno puede encontrarse a la vuelta de la esquina.

elacolumna
Juan, uno de los veterinarios de Blanco y Negro, nuestros vete-amigos, con COPO